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domingo, 27 de noviembre de 2011

La soledad del corredor de fondo.








Era un día pleno de incógnitas. Día 27 de noviembre de 2011. Se celebraba la Maratón de Valencia, con 7.ooo corredores que tomaron la salida. Organizada por la SCD Correcaminos. Viaje a Valencia, en autobús fletado por el Club de Atletismo de Castalla. Muy buena organización, alojamiento en el Hotel Beatriz Rey D. Jaime. Viaje con mi hermana Layla y con diferentes amigos de Elche y Castalla.








La salida a las 9h de la mañana, y marcho en principio bien. Voy con el globo o cartel de las 4horas. que pronto me deja atrás, después el cartel de las 4:15, después el globo liderado por Groucho Marx, de las 4:30, que también me sobrepasa. A partir del Km. 21 me voy quedando muy atrasado y me van pasando corredores y corredores. Me informan que la prueba es dura, que hay muchos retirados. Es la Maratón. Ya desde el Km.27, aproximadamente, mi misión es llegar, como sea, me siento lento, muy lento, las piernas parece me pesan. Me lo tomo con filosofía. El público, empero, me aplaude, los Pitufos me acompañan un tramo, los animadores localizados en dos puntos, alaban mi esfuerzo. La verdad, es que los ánimos no me faltaron. Iba solo, siguiendo la línea azul, para no perderme, aunque tuve dos o tres despistes. Al llegar al puente, ya sobrepasaba las 5h 15m. Entré sobre 5h 20m., muy mal tiempo, el peor que jamás realicé en una maratón. Pregunté, parece ser que por "pelos", admitieron a los últimos corredores. Recibí la medalla de finisher. Pude entrar en la prueba, mi undécimo maratón/ultramaratón del año.








Llegué rápido, esprintando, entre aplausos, la música, los ánimos de algunos espectadores que aún esperaban, a los lados de la interminable línea de llegada, pero... En la llegada ¿no había nadie? ¡Qué triste llegada! ¿Y mis amigos?. ¿Todos se habían marchado? Claro, dirían,un señor mayor, no vale la pena esperar. Pero... Ahí había una persona llorando, era mi hermana Layla, ella vale tanto...








-Layla, ¿por qué lloras?








-Me habían dicho que te había llevado la ambulancia, otros que el coche-escoba te retiró de la carrera...








-Nada, mujer, he llegado muy bien, dentro del control de los jueces, si no, no me hubieran dado la medalla. Ya en el puente están retirando corredores, a ellos no les dejan entrar. A mi me han admitido, por lo menos he llegado,...








El Reglamento marca como tope 5 horas, no se han portado mal conmigo, han sido benévolos.








La soledad del corredor de fondo. Esa es la grandeza del maratón. Pueden fallar, es comprensible, los amigos, puede haber despistes de la organización, pueden,... Pero queda la Maratón, su grandeza, el corredor de fondo es solitario, en muchos aspectos. Corre contra sí mismo, se vence a sí mismo.








Gracias a esos Pitufos que me animaban en la carrera e incluso corrreron conmigo unos metros. Gracias a tantas espectadors que me animaban en el recorrido. En su honor hice varios molinetes, en tragicómico esfuerzo. Sonreí todo el recorrido, la Maratón no se merece verme triste. He de ir contento y llegar contento.








Estoy enamorado de la Maratón, de su grandeza , de su misma miseria ( si es que la hay), y nunca la dejaré. Llegue pronto o tarde, me consideren "viejo" o no, yo seguiré adelante. Los viejos rockeros nunca mueren.








Por eso, la Maratón de Valencia, pese a todo, fue para mi la de mayor alegría, pues estaban en la meta dos seres, los que yo más quiero, mi hermana Layla y la Maratón ¿Qué más puedo pedir?








Un saludo, amigos, os quiero mucho. Soy muy feliz.