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martes, 5 de julio de 2011

Línea azul: Impresiones de un corredor (III). La vida en Alcoy.














Destinaron a mi padre, funcionario, a Alcoy. Era el año 1951. Yo tenía siete años. En Alcoy, esa bella localidad alicantina,estudiaría la enseñanza primaria, que finalizaría en 1954, con el Examen de Ingreso, que permitía acceder a los estudios de Bachilerato Elemental. Me matricularon mis padres en el Colegio de los PP Salesianos, un centro educativo de gran predicamento en la ciudad. Era a la sazón director, don José María Mir Brugada. Como profesores, recuerdo especialmente a don Antonio y a don Jerónimo (un docente, que se haría salesiano en esos años). Era don Antonio un maestro "a la antigua usanza", algo duro y riguroso, pero que quería mucho a a los alumnos y les enseñaba muy bien. No obstante, seguía el lema de "la letra con sangre entra" y con la palmeta daba precisos golpes en la palma de la mano y en los nudillos, a los escolares más díscolos. A mí no me pegaba, pues siempre fui, o al menos eso creo, un alumno muy disciplinado y estudioso. Él decía de mí que era "una buena persona", no sé, no sé,...El mejor amigo que tenía yo, era Francisco, un año mayor , y que me defendía de los ataques de los más gamberros.Pero, ¿era el mejor amigo? Ahora tengo mis dudas, pues también estaba Pedro, el "Cuarenta y cuatro", al que llamábamos así por tener ese número de matrícula en la clase. Muchas anécdotas y diversos hechos jalonan mi estancia en Alcoy, y voy a citar los principales, dado el rico venero de recuerdos que de esa época tengo ( y para no hacer muy prolijo el relato):el chalet del Dr. Sempere, el barrio de San Roque, la gran nevada, el Rosario de la Aurora, mi amigo Pedro, el campo de El Collao, las visitas a los belenes, la familia Segura, mi afición a la bicicleta, la corrida de toros, y la vuelta a los puentes. La primera vivienda de mi familia en Alcoy, fue un piso en un chaletito situado en la calle Dr. Sempere, propiedad del matrimonio González. Era un matrimonio de Muro de Alcoy y el señor González, Pablo, se consideraba muy buen pintor. Tenía pintados diversos cuadros, especialmente paisajes de Muro, y uno de esos bonitos cuadros, se lo regaló a mi padre. Fue una lástima que en el curso de los diversos traslados de mi familia, ese cuadro se perdiera. El chalet tenía dos puertas de entrada, una a cada uno de los dos pisos. Éramos, pues, vecinos. Vivimos allí unos seis meses, prácticamente medio curso de primero de primaria. En ese tiempo, recibimos las visitas de mis tíos de Ceuta, Isabel y Eovaldo, así como de otro tío, Pipo, éste residente en Huelva. Cerca del chalet se ubicaba una fábrica de helados. En el patio de dicha fábrica, en animada tertulia, muchas noches del estío alcoyano, se sentaban mis padres con los González y unos amigos, y departían animadamente. Recuerdo que usaban unos paypays o abanicos, con bonitos dibujos comicos y unos cortos poemas, dichos o refranes. Próximo al chalet, había un kiosco, donde compraba los "sobres-sorpresa". En esos sobres, se podía encontrar cromos, globos, golosinas y un sinfín de gratas "sorpresas" .Una vez acondicionada la nueva vivienda, dejaríamos el chalet e iríamos a vivir a un piso de unas casas para funcionarios del barrio de San Roque, emblemática zona alcoyana con la parroquia del mismo nombre al frente de la cual estaba don Cirilo, todo una institución en la ciudad.








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